
Al succionar la leche, especialmente si la toma en biberón, al llorar o al alimentarse demasiado rápido o en una mala posición, el bebé puede tragar aire de manera excesiva y sentirse molesto por la distensión que le ocasiona en el estómago. Eliminar los gases que hayan podido acumularse será clave para mejorar su incomodidad y facilitarle un plácido descanso. Veamos cómo podemos colaborar.
Formas de expulsar los gases
Cualquier momento es bueno para ayudar al bebé a expulsar los gases si lo necesita. Si durante la toma el bebé se muestra inquieto, si llora, si encoge las piernas o si tiene la tripa dura, no hace falta esperar al final de la ingesta para sacarle el aire. Igualmente, si tras la ingesta se muestra tranquilo, no hay que obsesionarse en que eructe.
Ayudarle a hacer la bicicleta, es decir, tumbarlo boca arriba y moverle las piernas suavemente como si estuviera pedaleando, le permitirá expulsar los gases más cómodamente.
Los masajes en la tripa, con movimientos circulares en el sentido contrario a las agujas del reloj, también puede facilitar la expulsión.
Aplicar calor sobre la barriga puede asimismo aliviarlo en caso de incomodidad por acumulación de gases.
Otra manera de colaborar es evitar que se ponga nervioso antes de comer, porque, si llora o come con ansiedad, tragará más aire; en caso de lactancia artificial, es conveniente comprobar que el orificio de la tetina sea el adecuado.
Finalmente, si todas estas medidas fallan, puede recurrirse a los productos destinados a combatir los gases del bebé, de eficacia no corroborada, o a las infusiones de anís estrellado, aunque los pediatras las desaconsejen porque, tomadas en exceso, pueden provocar intoxicaciones.
Posturas recomendadas para que el bebé expulse los gases
Alimentar al bebé lo más erguido posible, huyendo de las posiciones encogidas o tumbadas, disminuirá la acumulación de gases y facilitará su expulsión.
Existen tres posturas básicas para ayudar en la expulsión del aire.
La tradicional es colocarlo casi erguido sobre el pecho, apoyando la cabeza del bebé sobre el hombro, siempre vigilando que boca y nariz estén libres, y dándole palmaditas en la espalda para estimular el eructo.
La segunda postura pasa por poner al bebé en posición horizontal, boca abajo, con su estómago presionando sobre nuestras piernas o nuestro antebrazo, y, con la mano libre, darle unos toquecitos en la espalda vigilando que la cabeza quede un poquito más alta que el resto del cuerpo. Esta postura no es muy recomendable en los 5-10 minutos después de comer, porque puede favorecer la regurgitación y la expulsión de leche junto con los gases.
La tercera postura consiste en sentar al bebé sobre nuestra rodilla y hacer una u con la mano para sujetarle las mejillas mientras, con la otra mano, se le dan unos golpecitos ligeros en la espalda.
Colocar una toalla o un paño sobre nuestro hombro, nuestras piernas o nuestro antebrazo evitará que nos ensuciemos en caso de regurgitación.