¡Cuántas veces no habrás oído aquello de no puede haber un buen día después de una mala noche! Y es que un sueño de calidad es esencial para la salud, tanto en adultos como en bebés, en los cuales, además, un buen descanso será esencial para su correcto desarrollo físico y neurológico. Veamos qué son las ventanas de sueño, cómo condicionan la calidad del sueño y qué papel desempeñan en el correcto desarrollo del bebé.
¿Qué son las ventanas de sueño?
Las ventanas de sueño, conocidas también como períodos de vigilia o wake windows, son un concepto clave del sueño infantil y corresponden al tiempo máximo que tu bebé puede estar despierto según su edad.
Identificando las ventanas de sueño del bebé y adaptándolas según su edad
Las necesidades de sueño varían a medida que los bebés van creciendo. Con el paso del tiempo, disminuyen el tiempo de sueño diurno y el número de siestas necesarias y aumentan las ventanas de sueño.
Así, aproximadamente, mientras un recién nacido suele dormir unas 17 horas al día y se queda dormido después de cada toma; a los 3 meses, suele hacer 2-3 siestas y dormir unas 15 horas a lo largo del día; hacia el año, las horas de sueño suelen ser unas 13, entre la noche y 1 o 2 siestas; de 2 a 3 años, duerme entre 10 y 12 horas en todo el día con 1 siesta, y, a partir de los 4 a 5 años, ya sólo suele dormir por la noche unas 10-12 horas.
Tener en cuenta estas ventanas de sueño será clave para establecer un horario de siestas adecuado, en el que el bebé haya estado despierto el tiempo suficiente como para conciliar el sueño sin problemas, sin llanto y sin estar hipercansado.
Estrategias para establecer rutinas de sueño efectivas
Para establecer una rutina de sueño efectiva y saludable, es necesario conseguir un equilibrio entre el tiempo en el que debe mantenerse activo al bebé para conseguir dormirlo más fácilmente y las horas justas despierto para evitar fatigarlo en exceso.
Así, por ejemplo, si quieres alargar el tiempo de vigilia, puedes optar por un cambio de ambiente (salir a la calle, ofrecerle luz natural, etc.), un cambio de actividad (nuevo juguete, por ejemplo) y una mayor implicación del cuidador (tomar en brazos a tu bebé, cantarle, bailar con él, etc.).
Y, a medida que tu bebé vaya creciendo y sea más difícil que haga siestas, una buena estrategia es proporcionarle tiempo de descanso activo a la hora en la que antes solía hacer la siesta, colocándole en una habitación tranquila, con luz tenue, en la que los juegos sean calmados.
Igualmente, tu bebé ha de entender que en la cama de su habitación se duerme y que es allí donde debe iniciar el sueño siempre. Si no quieren quedarse solos, puede se les puede hacer compañía, sentándose a un lado y acariciándoles; se les puede contar un cuento, indicándoles que, cuando se acabe la lectura, se les dejará solos durmiendo hasta el día siguiente, etc. Seguro que estas medidas les reconfortarán, les permitirán conciliar plácidamente el sueño y les facilitarán un buen desarrollo neurocognitivo.
Referencias bibliográficas
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