
La comida, pese a ser nuestra principal fuente de energía además de un verdadero placer para los sentidos, en ocasiones, también puede ser fuente de grandes quebraderos de cabeza para los padres. Desde bebés hay niños que son muy comilones y les encanta comer; sin embargo, hay otros que les cuesta, son más inapetentes e incluso recurren a la manipulación, al chantaje y al llanto para comer menos y también, según veremos, para conseguir atención extra de los padres.
Vamos a centrarnos en este segundo caso, vamos a analizar qué es lo que puede estar ocurriendo. Siguiendo estas pautas seguro que conseguiréis que la situación mejore:
- Párate y observa la situación, ¿qué es lo que está ocurriendo? Te vamos a pedir que te fijes muy bien en cuál es la situación, es decir, dónde estáis, quiénes estáis y lo que hacéis, qué hace vuestro hijo, protesta, llora, se retuerce en la trona… y lo que vosotros hacéis. Seguro que parándoos a observar vais a daros cuenta de muchas cosas.
- ¿El ambiente en el que come el niño es el adecuado? Dónde coméis, ¿es siempre en el mismo sitio y a la misma hora? Es bueno para establecer las rutinas intentar, en la medida de lo posible, comer en el mismo sitio y a la misma hora. Por ejemplo, en la cocina, en su trona y sin elementos distractores como juguetes, televisión, móviles, tabletas…
- Reserva el tiempo que tu hijo necesita, no el que tú estimes apropiado. Las prisas no son buenas compañeras, en ocasiones simplemente yendo un poco más despacio y dejando que el bebé coma a su ritmo, la situación mejora mucho.
- No cedas ante su chantaje, y no exijas muchas normas desde el primer momento: si cedes, sin quererlo, reforzarás su conducta y harás que el problema se agrave y se prolongue en el tiempo, por otro lado, las reglas tienen que ir incorporándose poco a poco: primero que coma, después, por ejemplo, utilizar la cuchara, no meter las manos en la comida, sentarse correctamente, no ensuciar la mesa, cerrar la boca, recoger su plato…
- Presta más atención a tu hijo cuando come, que cuando no come. En el punto uno comentábamos que lo primero que debíamos hacer era pararnos a observar la situación, lo que hace el niño, pero también lo que hacéis vosotros. En un gran número de ocasiones gracias al llanto o al chantaje el niño consigue que los padres estén más pendientes de él, que le presten una mayor cantidad de atención, aunque sea de forma negativa, con enfados, e inclusos gritos, que cuando come correctamente. Por eso será fundamental darle la vuelta a la situación y que desde bebé sienta que, en positivo, cuando se comporta de forma correcta, es cuando más atención tendrá.
- Somos sus adultos de referencia, no utilices el alimento como premio o castigo. Es muy importante que vea en nosotros el placer de comer. Ponle cuanto antes a tu lado en la mesa junto con el resto de la familia y haz de ese instante un momento de convivencia, no una herramienta para disuadir otro tipo de comportamientos: “Si no comes…”
- Refuérzale cuando haya terminado de comer y lo haya hecho de forma tranquila y sin chantajes: dedícale unos minutos de tiempo de calidad con atención extra, o jugando con su muñeco favorito.

Silvia Alava
Psicologa y Directora del area infantil Centro de Psicologia Alava Reyes