Parece una pregunta tonta ¿verdad? Pues no lo es tanto cuando cada semana los pediatras respondemos a todo tipo de preguntas en relación con la preparación de los biberones. Así que vamos a ello y arrojemos un poco de luz.

Antes de preparar un biberón… ¡LÁVATE LAS MANOS! Las manos son el vehículo de transmisión de la mayoría de enfermedades contagiosas (infecciones respiratorias, gripe, gastroenteritis…) así que aunque consideres que las tienes limpias, lávatelas con agua y jabón antes de manipular biberones, tetinas y leche en polvo.

¿Qué agua utilizo?

En nuestro medio donde las condiciones sociosanitarias son buenas, se podría utilizar el agua del grifo sin riesgo de que esté contaminada y con ello perjudicar al bebé, aunque es cierto que dependiendo de las zonas, hay aguas con concentraciones elevadas de minerales. Es por ello que durante los primeros meses, es recomendable utilizar agua embotellada de mineralización débil para prepararlos.

¿Hace falta hervir el agua?

Si es agua envasada mineral, no se debe hervir. Si es agua del grifo de nuestro medio tampoco es imprescindible hacerlo, aunque sí es recomendable. Si se decide hervir el agua del grifo no debe superar los 5 minutos de ebullición puesto que esto aumentaría la concentración de determinados minerales y no sería conveniente para el consumo de un bebé. Con un minuto es suficiente.

¿En caso de utilizar agua no hervida, cómo la caliento?

Al baño maría, bajo el grifo de agua caliente o al microondas. Si se elige este último hay que tener en cuenta que las ondas no calientan el contenido del envase de una forma homogénea por lo que unas partes podrían estar muy calientes y otras frías. No te olvides de remover el agua y elijas el método que elijas recuerda que has de probarla siempre antes de ofrecérsela al bebé. Las quemaduras en paladar por biberones o purés muy calientes son relativamente frecuentes. ¡Ojo! La temperatura debe rondar los 36ºC, nuestra temperatura corporal. A esa graduación el agua está tibia, es decir, al echar unas gotitas sobre nuestra muñeca a penas deberemos notar contraste de temperatura.

¿Cómo se prepara exactamente?

La preparación de los biberones ha de seguir las recomendaciones exactas. No se deben diluir (añadiendo más agua) los biberones, ni concentrarlos (quitando agua) en ninguna circunstancia. Por cada 30 ml de agua añadiremos un cacito raso, sin apretar y sin prensar el polvo. El polvo sobrante del cacito se retirará con un cuchillo, de ahí que digamos que las medidas son rasas. Primero echamos el agua al biberón (30, 60, 90, 120 ml…) y a continuación el polvo (1, 2, 3, 4 cacitos).

¿Y si le sobra leche, la puedo guardar?

Lo ideal es preparar los biberones para cada toma y tirar el sobrante. No se debe guardar lo que sobra en termos o en calienta biberones ya que aumentan las probabilidades de contaminación. Lo que sí podemos hacer y que reconozco que es muy útil es, mantener el agua caliente en el calienta biberones o termo y una vez llegue la hora de la toma, añadir el polvo.

Si se preparan varios biberones de una vez, estos se guardarán en la nevera.

¿Cuánta leche tiene que tomar?

Las cantidades de leche las irá pautando el propio niño. No dudéis en comentar todas vuestras dudas con el pediatra quien os irá asesorando. De todos modos cada niño es un mundo y si la ganancia de peso es adecuada, el niño, come lo suficiente, aunque a ti te parezca poco, aunque tu sobrino coma más con la misma edad o aunque las cifras no coincidan con lo que pone el bote de leche que debería tomar. Cuando observéis que el niño empieza a acortar las tomas o a quedarse muy ansioso, incluso succionando del biberón vacío una vez terminado, es momento de aumentar la cantidad 30 ml más de agua y un cacito raso más.

¿Y qué hay de las tetinas?

Como suelo decir: a gusto del consumidor, en este caso del bebé. Existen distintas graduaciones de tetina en función del diámetro de los agujeritos o del número de ellos. Empezaremos por las tetinas de recién nacido y a medida que el bebé vaya cogiendo peso y observéis que hace demasiado esfuerzo para succionar o que las tomas empiezan a ser más largas de lo habitual, es momento de cambiar de tetina para que salga más cantidad de leche. Si la leche se le acumula en la boca, incluso rebosa continuamente, es que la tetina es demasiado grande para él. Cuando empiecen con cereales, si los añadís al biberón necesitaréis una tetina especial con los agujeros más anchos o en forma de cruz para que no se obstruya. Yo en aquella época directamente cortaba la tetina con unas tijeras finas con mucho cuidado haciendo una forma de cruz o de estrella. Si no sois manitas, en las farmacias venden todas las modalidades.

Y ahora viene la pregunta del millón… ¿debo esterilizar los biberones, tetinas y chupetes?

Si las medidas higiénico-sanitarias son buenas no es necesario, mucho menos cuando el bebé ya ha empezado con la alimentación complementaria o agarra objetos con sus manos y se lo lleva todo a la boca. No tendría muchos sentido. Los gérmenes que puedan quedarse en un biberón tras ser lavado o en un chupete, son inofensivos. Os recomiendo la lectura de este artículo publicado en la revista científica Anales de Pediatría hace ya varios años pero que sigue vigente https://www.aeped.es/sites/default/files/anales/44-5-32.pdf ¿Por qué hacemos trabajar a las madres más de la cuenta?

Si queréis esterilizar porque así os quedáis más tranquilos y os han regalado la máquina (habrá que probarla) no hay problema, pero con una vez al día o cada 2-3 días es suficiente.

En cualquier caso pensad una cosa: ¿Las mujeres que amamantan se esterilizan los pezones antes de dar el pecho? No. Por otro lado, sería imposible hacerlo. Y si vamos un poco más allá, a veces encuentro a padres y madres preocupadísimos con el tema de la esterilización y al observar a su bebé compruebo que tiene las uñitas negras. Sonrío al ver lo mucho que le gusta metérselas en la boca mientras sus padres hablan conmigo. ¿Quién esteriliza esas uñas?

Entonces ¿cómo se lavan los biberones?

Como el resto de la vajilla: con agua y jabón y se dejan secar al aire sobre un papel de cocina secante. Fácil. O si lo prefieres, meterlo en el lavavajillas, más fácil aún.

Más que insistir en esterilizar todo lo que el niño toca, debemos insistir en nuestro propio lavado de manos antes de manipular cualquier alimento, incluida la leche y en el lavado de manos de nuestros propios hijos a medida que se vayan haciendo mayores y van utilizando sus manos no solo para comer y si no también, para jugar.

¡Hasta la próxima!

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Dra. Lucía Galán Bertrand

«Lucía, mi pediatra», www.luciamipediatra.com

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