¿Qué es?
La deshidratación consiste en la pérdida excesiva de líquidos del cuerpo, tanto agua como minerales, a los que se llama electrolitos (sodio, potasio, cloro, calcio, etc). Cuando un adulto sano tiene diarrea, su cuerpo pone en marcha mecanismos para conservar líquidos e impedir la deshidratación. El cuerpo de los niños necesita más agua en su composición y, además, sus sistemas de ahorro aún no están desarrollados.
¿Qué síntomas presenta el bebé?
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Si pasa más de seis a ocho horas sin mojar el pañal.
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Tiene la boca y los labios secos o bien no le salen lágrimas cuando llora.
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La orina es de color amarillo oscuro y huela más fuerte de lo normal.
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Si está muy deshidratado, se le verá aletargado y sin energía.
¿Qué lo provoca?
La deshidratación se da cuando el cuerpo ingiere menos líquido del que elimina a través de vómitos, diarrea, fiebre, sudoración excesiva (por un golpe de calor) o eliminación excesiva de orina (en casos de diabetes mellitus y diabetes insípida, ambas bastante excepcionales en bebés).
¿Cómo puedes ayudar a tu bebé?
La deshidratación suele tratarse fácilmente con soluciones o preparados de rehidratación oral, aumentando la ingesta de líquidos y con fórmulas de leche con elevada concentración de electrolitos (sodio, potasio, cloro, calcio...). Como son ricas en sales, a veces los niños las rechazan cuando no están muy deshidratados, pero no se les debe añadir azúcar. A temperatura fresca se toleran mejor.
Si la deshidratación no se trata a tiempo, puede complicarse y tener consecuencias graves para el bebé o el niño.