Dra. Amalia Arce – Pedíatra y autora del blog “Diario de una mamá pediatra”

Me gusta decirle a los padres primerizos cuando vienen con su bebé recién nacido, que un bebé pequeño se comporta básicamente como “un tubito digestivo con ojos” . Con esa pequeña interacción inicial con el mundo exterior que tienen en sus primeras semanas de vida, las manifestaciones digestivas y todo lo relacionado con la alimentación, van a suponer junto al sueño, el porcentaje más importante de actividad durante un largo período de tiempo.

Saber “cómo le sienta” la leche al bebé o solucionar esos pequeños problemas digestivos de los bebés es una preocupación recurrente, ya que a menudo, pueden originar llanto o dificultad para conciliar el sueño.

Entre los trastornos más frecuentes durante las primeras semanas de vida están las regurgitaciones y el estreñimiento del bebé.

 

Regurgitaciones y reflujo gastroesofágico

La regurgitación se debe al reflujo gastroesofágico, que es fisiológico las primeras semanas de vida. El reflujo gastroesofágico consiste en un paso del contenido del estómago al esófago debido a que la válvula que separa ambas cavidades no es todavía suficientemente madura, de forma que deja pasar el alimento en ambos sentidos. A la inmadurez se suman el tipo de alimento –líquido versus sólido- y la posición habitual del bebé –estirado versus estar sentado o la bipedestación posterior-.

En la mayoría de bebés las regurgitaciones solamente serán un problema para la ropa del bebé o de cualquiera que se ponga a tiro. Así que si el bebé regurgita, pero no siente molestia, gana peso adecuadamente y tiene un ritmo de ingesta correcto, no deberíamos preocuparnos. El trastorno desaparecerá como por arte de magia con el paso de las semanas.

En cambio, cuando el reflujo comporta molestia o dolor, rechazo del alimento, posturas anómalas (con el cuello extendido hacia atrás) o dificultad para ganar peso, es momento de valorarlo con más detalle.

En este caso, hablamos de reflujo patológico y las primeras indicaciones que se dan están en relación con la postura. La solución es, algunos casos, la evaluación y corrección postural en las tomas. Algunos niños necesitarán cambios en la alimentación o medicación, pero no es lo más habitual.

 

Estreñimiento

El estreñimiento consiste en una dificultad para evacuar o en unas deposiciones duras y/o espaciadas en el tiempo.

En el bebé pequeño volvemos a hablar de inmadurez de la función defecatoria y de los mecanismos anatómicos y fisiológicos que regulan esta función. Es por eso que a veces, a pesar de lo que parece costarles, las deposiciones son blanditas.

Los niños alimentados con leche artificial suelen estar un poco más estreñidos que los niños alimentados con lactancia materna, aunque la alimentación con lactancia materna no excluye la posibilidad de estreñimiento.

Algunas técnicas como posiciones o masajes pueden ayudar en el proceso fisiológico. Si es necesaria alguna medicación o algún cambio de leche (en el caso de los niños alimentados con leche artificial), será tu pediatra quien te lo indique.

Como ocurría con el reflujo gastroesofágico, el estreñimiento muchas veces desaparece con la maduración. También influirán el inicio de la alimentación complementaria y así el aumento de fibra que proporcionan fruta y verdura y el hecho de que el bebé empiece a explorar el mundo: si el cuerpo se mueve, el intestino también lo hará.

 

Dra. Amalia Arce

Dra. Amalia Arce

Pediatra y autora del blog “Diario de una Mamá Pediatra”

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