La fiebre y el dolor, son indicios de que el organismo está combatiendo una infección o un proceso inflamatorio. Sólo en casos extremos será necesario acudir al médico.

La fiebre y el dolor son síntomas de que algo está alterando la salud de tu hijo. La temperatura normal del cuerpo se sitúa en torno a los 36 – 37ºC. Si se supera la barrera de los 37,5ºC, es un indicio de que el organismo está aumentando su temperatura para combatir la acción de un agente infeccioso (virus, bacterias, hongos o parásitos) o algún proceso inflamatorio. 

Para comprobar si el niño tiene fiebre, utilizaremos un termómetro que colocaremos en su axila. Se considera fiebre cuando supere los 38ºC. Por debajo de esa temperatura tan solo hablaremos de febrícula. Estas situaciones son habituales durante el invierno por la proliferación de virus respiratorios o gastrointestinales y se resuelven después de entre 7 y 10 días sin necesidad de tratamiento específico.

Dolor crónico o agudo

Se considera dolor crónico cuando es de origen orgánico y se caracteriza por su persistencia y/o recurrencia. Un ejemplo de ello sería el dolor causado por procesos artríticos. 

En cambio, el dolor agudo es de corta duración y está vinculado a la agresión en los tejidos de una zona localizada. Sería el caso de dolores causados por traumatismos, fracturas óseas, cefaleas, etc.

Mi hijo tiene fiebre y dolor ¿Qué puedo hacer?

Por lo general, el dolor y la fiebre no exigen más cuidado que la administración de un analgésico o un antitérmico, disponible en cualquier farmacia, respetando siempre las dosis e intervalos indicados en el prospecto. 

En el caso de la fiebre, si el termómetro indica que se superan los 39ºC, también podemos aplicar paños de agua templada en la frente o recurrir a un baño templado. Para ello, prepararemos la bañera con el agua a unos 3ºC por debajo de su temperatura corporal. Calmar y consolar al niño, contribuirá también a aliviar el dolor.

En cualquier caso, debes acudir al médico si:

  • La fiebre y el dolor persisten
  • Si tu hijo tiene menos de tres meses, especialmente cuando, además del dolor y la fiebre, notas dura su tripita o descubres que hay sangre en las deposiciones
  • Si sufre convulsiones o espasmos
  • Si observas manchas en su piel o rigidez en su cuello
  • Si el dolor de cabeza no cesa con el tratamiento, le despierta por la noche o va acompañado de mucho sueño y vómitos

 

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