
La alimentación de un recién nacido es algo que suele generar muchas dudas. Cómo debe alimentarse, en qué cantidad, con qué frecuencia, etc. son algunas de las preguntas a las que se dará respuesta a continuación
¿Cómo debe alimentarse a un recién nacido?
La leche materna, que contiene anticuerpos de la madre que protegen al bebé frente a muchas enfermedades infecciosas, es el alimento perfecto para el sistema digestivo del recién nacido, y debería ser lo único que se administrara durante los primeros 6 meses de vida (lactancia exclusiva). A partir de ese momento, podrán empezarse a introducir los alimentos sólidos mientras se sigue manteniendo la lactancia materna como mínimo hasta el año de vida del bebé, o incluso más tiempo si así se desea.
La lactancia natural, además de ser más fácil, rápida y económica que la lactancia artificial, disminuye el riesgo de desarrollar algunas patologías, como la diabetes mellitus, la hipercolesterolemia, el sobrepeso, el asma y las alergias, y permite satisfacer determinadas necesidades emocionales. Además, dar el pecho también tiene beneficios sobre la madre, como disfrutar de un posparto más fisiológico o tener una menor incidencia de determinados tumores ováricos y mamarios premenopáusicos.
La leche de fórmula es una alternativa nutritiva a la leche materna. La lactancia artificial permite saber más fácilmente qué cantidad de leche está ingiriendo el recién nacido y, al digerirse más lentamente, disminuye el número de tomas, pero sólo debe plantearse cuando la madre no pueda o no quiera amamantar a su bebé.
A partir de los 6 meses, el incremento de las necesidades energéticas y nutritivas del lactante hace necesaria la introducción de una alimentación complementaria a la leche, rica en proteínas, vitaminas y minerales; con una consistencia adecuada (papilla, sopa espesa o puré semisólido); que sea fácil de comer y digerir; que esté libre de huesos o de cualquier cosa dura que pueda atragantar al bebé, y que no contenga ni sal, ni azúcar, ni condimentos fuertes ni picantes.
¿Con qué frecuencia y en qué cantidad comen los recién nacidos?
En el caso de la lactancia materna, debe amamantarse al recién nacido siempre que lo pida, es decir, a demanda, día y noche, un mínimo de 8 veces al día. Se dará un pecho durante unos 15 minutos y, después, se le ofrecerá el otro y, si no lo quiere, será porque ya está saciado. La siguiente toma se empezará por esta última mama más llena. A medida que crezca, las tomas se espaciarán y el bebé ingerirá cantidades mayores pero con menor frecuencia.
En el caso de la lactancia con fórmula, se empezará dando una toma cada 3 horas, y luego se aumentará la cantidad por toma 10 ml cada día en la primera semana (primer día, 10 ml por toma; segundo día, 20 ml por toma, etc.).
¿Cómo puedo saber si mi recién nacido tiene hambre?
Si el bebé se lleva las manos a la boca o si se chupa los puños, debe sospecharse que tiene hambre. La queja y el llanto ya son señales tardías de hambre, y no debería esperarse hasta este punto.
Otros indicativos de que tiene hambre son la apertura de los ojos y una mayor atención al entorno; el movimiento de la cabeza como buscando el alimento; la apertura de la boca sacando la lengua; la succión de una mano; la puesta en marcha del reflejo de búsqueda, que le hace dirigir los labios hacia donde le estén tocando, o la manifestación de cierto nerviosismo cuando se le sostiene en brazos.
¿Cómo puedo saber si mi recién nacido come suficiente?
Unas manos abiertas y relajadas tras la toma o quedarse dormido son dos señales de haber comido suficiente.
Podrá saberse que está bien alimentado si moja 6-8 pañales diarios, si la orina es clara, si defeca con normalidad, si se escucha cómo traga la leche, si el pecho se vacía, si gana peso correctamente y si la madre tiene sed o hambre al final de la toma.
El control del peso del bebé también puede utilizarse como indicativo. Hay que tener en cuenta, eso sí, que los recién nacidos pierden entre un 5% y un 10% de peso al nacer, pérdida que restablecen a los 10-14 días de vida, en función de si toman leche de fórmula o natural, respectivamente. A partir de entonces, los recién nacidos deberán ganar unos 20-30 gramos al día durante los primeros meses y, a los 5 meses, aproximadamente, deberán pesar el doble de cuando nacieron.
En caso de lactancia artificial, ¿cómo debo preparar un biberón?
Cuando la lactancia natural no es posible o resulta insuficiente, puede necesitarse reemplazarla o complementarla con lactancia artificial. En este caso, debe tenerse en cuenta que la esterilización de los biberones es un paso imprescindible, sobre todo en recién nacidos y menores de 2 meses más vulnerables (prematuros, bajo peso al nacer o inmunodeficientes).
Una vez hecho esto, los siguientes pasos para la preparación de un biberón serán limpiar la superficie en la que va a prepararse el biberón, lavarse bien las manos, hervir agua potable, calcular qué cantidad de leche y agua se necesita, verter el agua caliente (mínimo 70 ºC) en el biberón limpio y esterilizado, agregar la cantidad exacta de polvo al biberón, cerrar el biberón y agitarlo suavemente, enfriar el biberón de manera rápida (chorro de agua o recipiente con agua fría), secar el biberón con un paño limpio, verter unas gotas en la zona interior de la muñeca para comprobar que la leche esté a la temperatura adecuada (tibia, pero no caliente), darle el biberón al recién nacido y deshacerse de todos los restos que no se hayan consumido en las siguientes 2 horas como máximo.