De sobras es sabido que los gatos son animales sensibles a los cambios y que se estresan con facilidad, por lo que, ante la llegada de un bebé, es necesario adoptar unas medidas antes y después del parto para favorecer una buena convivencia entre todos.

¿Cómo hacer que mi gato acepte a mi bebé?

Para conseguir una buena aceptación del bebé por parte del gato, es importante adoptar ya una serie de medidas durante el embarazo, que pasan por:

  • Recolocar el arenero, el comedero y el bebedero del gato en el sitio donde vayan a estar cuando llegue el bebé a casa
  • Preparar unas zonas en las que el gato pueda refugiarse en caso de sentirse amenazado ante la llegada del bebé, por ejemplo, una caja de cartón en un lugar tranquilo
  • Educar al gato para que no acceda a la habitación del bebé, en caso de que así se decida
  • Modificar las rutinas del gato paulatinamente para que sean compatibles con los horarios del recién nacido
  • Ir introduciendo uno a uno los accesorios que vaya a necesitar el bebé cuando llegue a casa (moisés, cunita, etc.)

En los días de hospitalización, en caso de quedar la casa sola, se buscará a alguien que se ocupe de dar de comer y beber al gato en su entorno habitual; trasladarlo a otra casa o plantearse llevarlo a una residencia no son, en absoluto, buenas ideas. Así mismo, sería interesante también «presentar olfativamente» el bebé al gato, dejando en el suelo alguna cosa que esté impregnada del olor del recién nacido y dejando que el gato se acerque a su ritmo a olerlo.

Una vez con el bebé en casa, se recomendará:

  • Acercarse al gato con el bebé en brazos, hablándole con suavidad, acariciándole y dejándole, si así se ha decidido, que se acerque al recién nacido
  • Permitir que el gato se aleje o se esconda si así lo desea, sin forzarlo en el acercamiento
  • Vigilar al bebé cuando se acerque el gato y, si el acceso a la cuna es fácil, cerrar la puerta de la habitación para impedir la entrada del felino
  • Cortar con regularidad las uñas al gato para minimizar el riesgo de arañazos
  • Mantener unas condiciones higiénicas y sanitarias favorables
  • Estar pendientes de cualquier reacción alérgica que pudiera sufrir el bebé al contactar con el gato
  • Fijarse en cualquier modificación de la conducta del animal

Consejos para una buena convivencia

Si se toman las medidas indicadas en el apartado anterior y se deja que, poco a poco, gatos y bebés se vayan conociendo y adaptando unos a otros, la convivencia debería ser fácil y agradable para todos.

En principio, la mayoría de los gatos se llevan bien con los bebés y, para el niño, vivir con un felino le permitirá reforzar su sistema inmunitario, fomentar su sentido de la responsabilidad, potenciar su autoestima y beneficiarse de un desarrollo social y emocional saludable.

Pero, ¡cuidado! No olvidemos que los gatos son animales y que los bebés son niños, por lo que habrá que estar pendiente de ambos cuando estén cerca el uno del otro.

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