La introducción de la fruta en el bebé, que le lleva a probar otros gustos y texturas, puede causar algunas dificultades. Puede que le cueste acostumbrarse e incluso puede llegar a rechazarla. Veamos qué frutas deben darse y a partir de cuándo, y conozcamos algunos consejos para conseguir introducirlas con éxito.

 

¿Qué frutas puedo darle a mi bebé y cuándo debo introducirlas?

La leche, durante el primer año de vida del bebé, es el alimento principal. Pero, a partir de los 6 meses en caso de estar realizando lactancia materna, o de los 4-6 meses si el bebé toma leche de fórmula, puede empezarse con la alimentación complementaria, que tiene en la fruta, los cereales y las verduras sus grandes aliados.

Las frutas de temporada, de proximidad y lo más ecológicas posible, son la mejor elección al empezar a complementar la alimentación. En principio, a partir de los 6 meses, cualquier fruta es buena, pero deberemos tener un cuidado especial con los frutos rojos (arándanos, cerezas, frambuesas, fresas, grosellas, moras, etc.) y las frutas exóticas (kiwi y piña), porque pueden provocar alergias, y decantarnos, en un primer momento, por las frutas de textura más suave.

Aunque no hay una manera estricta de introducir las frutas, y lo importante es ver cómo reacciona el bebé en función de lo que se le deje probar, las pautas que suelen recomendar los pediatras son las siguientes:

  • De 6 a 12 meses, introducir la manzana, la naranja, la pera y el plátano
  • Sobre los 12 meses, introducir el kiwi, el melón, la piña, la sandía, etc.
  • A partir de 12 meses, introducir el albaricoque, los frutos rojos, el melocotón, etc.

 

Consejos para la introducción de la fruta en el bebé

A parte de seguir el orden indicado en el apartado anterior, es importante ir introduciendo las frutas de una en una, para poder detectar si el bebé presenta alergia a alguna de las frutas añadidas.

Para empezar con la introducción de las frutas, podría prepararse una papilla de frutas, triturando unos 100 g de pera o manzana, peladas y sin pepitas, en 60 ml de leche. Si la textura no le gusta, puede suavizarse todavía un poco más la preparación hirviendo ligeramente la pera o la manzana, e incluso añadiendo 1-2 cacitos de cereales.

 

El azúcar, la miel o las galletas no deben formar parte del listado de ingredientes de la papilla de frutas del bebé.En caso de malas digestiones, se evitará la manzana, que puede resultar indigesta por su alto contenido en gas.

 

Si hay una buena tolerancia a la papilla anterior, podrán añadirse 30 g de plátano y, si vemos que el bebé se acaba toda la papilla, se irá subiendo la cantidad hasta los 250 ml, de los cuales 99-100 ml deberán ser de leche.

En caso de querer ofrecerla la fruta entera, la alimentación complementaria a demanda, o baby-led weaning, que introduce alimentos sólidos en la dieta del bebé que pueda comerse de forma autónoma con sus propias manos, es una buena opción, que le permite experimentar con distintas texturas. Pero, ¡cuidado con el atragantamiento! Un bebé puede no tener maduro el reflejo de deglución, por lo que deberán darse trozos algo más grandes de la medida de sus puños. Las mallas antiahogo podrían ser una buena solución.

Insistir en caso de rechazo, buscar el momento adecuado y respetar el ritmo de desarrollo del bebé son otros tres consejos a la hora de introducir la fruta en la alimentación del bebé.

Y, para finalizar, no olvidemos que, aunque tenga menor valor nutritivo que la leche, la fruta tiene un papel antioxidante y es rica en fibra, minerales y vitaminas (siempre que se prepare la papilla justo antes de dársela), por lo que es un alimento muy recomendable.

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