Desde hace un tiempo oímos mucho hablar sobre el azúcar en la alimentación. No en vano, los índices de obesidad y otros problemas de salud como la diabetes van en claro incremento en los países desarrollados y en relación proporcional con el consumo de azúcares.
Si en épocas anteriores, eran posiblemente las grasas las que estaban en el punto de mira, ahora se ha desplazado a los azúcares: en concreto a los azúcares refinados. El azúcar es un elemento necesario en la alimentación, su nombre técnico es “carbohidrato”. Los elementos principales de la alimentación son los carbohidratos, las grasas, las proteínas y en menor cantidad las vitaminas y los minerales.
Los carbohidratos suministran energía y son el principal nutriente que necesitan nuestras células para trabajar, especialmente los músculos y el cerebro. De modo que el azúcar “per se” no es malo.
En los alimentos encontramos 2 tipos de carbohidratos o azúcares:
- Los azúcares simples: Que de forma natural se pueden encontrar en alimentos como la fruta, la leche y sus derivados o la miel.
- Los azúcares complejos: Presentes en legumbres, panes, cereales, tubérculos, etc. Es una fuente también de fibra.
Los carbohidratos complejos que se ingieren –que deben ser la mayor parte de nuestra ingesta y de la de los niños- se transformarán por procesos metabólicos en azúcares simples, que son los que aportan energía.
La insulina es la hormona que se encarga de transportar el azúcar a las células. El azúcar “extra” se transforma en glucógeno, que es una forma de almacenar el azúcar para cuando haga falta en el hígado y en los músculos. Cuando hay demasiado y los depósitos están llenos, el azúcar se transformará en grasa. El exceso de azúcar acaba agotando la insulina, lo que ocasionaría diabetes.
¿Cuál es el problema con el azúcar, si el azúcar es necesario para nuestra supervivencia?
El problema principal es el exceso, que suele ir asociado al consumo de azúcares refinados. Los azúcares refinados están procesados. Se les quita gran parte de la fibra y otras sustancias nutritivas. ¿Por qué se utilizan? Porque actúan como conservantes del alimento, potencian el sabor e incluso modifican algunas otras características como el color o las texturas de los alimentos. Se consiguen con ellos un mayor aporte de energía, que va ligado a la ingesta de calorías en exceso, que comporta una consecuencia inevitable: la obesidad.
Ejemplos de alimentos ricos en azúcares procesados son los zumos, los batidos, los lácteos azucarados, la repostería y la bollería, las salsas como el kétchup. Otros productos como los refrescos y las golosinas.
¿Cómo influye el azúcar en mi bebé?
Durante el primer año de vida, la alimentación de tu bebé está muy controlada. Los alimentos suelen introducirse de forma secuenciada y las familias son muy conscientes de que determinados alimentos no son adecuados para los bebés. También evitan otras sustancias como la sal o el azúcar.
Una vez cumplido el año, tras el cual los pediatras recomendamos una alimentación completa, se “abre la veda”. La preocupación por la alimentación que era omnipresente los primeros meses empieza a diluirse, y es común que se empiecen a ofrecer alimentos poco saludables.
Las galletas, los snacks, los zumos envasados, etc. están presentes en un porcentaje importante de la dieta de los más pequeños. El principal problema no es el consumo ocasional –que acabamos haciendo todos en algún momento- si no el consumo frecuente, que desplaza a otros alimentos saludables. Así como el desarrollo de afinidad por estos productos –la palatabilidad se educa- y la forma cómo estas educando para que en un futuro tu bebé se alimente por medios propios.